Daniel Boldó es el único tío que tuve. Fue el hermano menor de mi madre, y mi padrino protector. Era bueno y cariñoso. Entre otras cosas, me enseño a atarme los cordones de los zapatos, a ir en bicicleta, a entender el fútbol, a jugar ping-pong y boliche, y a bucear con aletas y “chupóptero” —no sé porqué le llamaba así al esnórquel. (Chupóptero es alguien que vive de los demás, y esnórquel, un tubo para respirar debajo del agua.)
Cuando cumplí 15 años, el meu padrinet me enseñó —por si fuera poco— a manejar en su automóvil nuevo, un clásico Renault 8 Gordini modelo 64.
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¡Guau!Qué descubrimiento, de verdad. ¿Has leído Trópico de Cáncer? Un buen amigo criticando ese libro afirmó que el futuro de la literatura residía esencialmente en la autobiografía de ficción. Miller siempre ha sido muy personal y ciertamente imposible de leer a veces.
ResponderEliminarQué recuerdos: el R8, el Gordini, las aletas...
ResponderEliminarSupongo que la forma de encajar en la boca el esnórquel puede recordar a los chupetes. Es lo primero que me ha venido a la cabeza. El nombre es genial, de todos modos.
Un saludo.