22 de noviembre de 2012

Me acuerdo...V



Me acuerdo de querer salir corriendo; de querer huir hasta de lo que más amaba.

Me acuerdo de lo que nunca fui.

Me acuerdo del color dorado de Italia en otoño.

Me acuerdo de haber sido feliz sin darme cuenta.

Me acuerdo de interminables momentos de monotonía.

Me acuerdo de soñarme volando a baja altura sobre un mercado de coloridas frutas.

Me acuerdo de que alguna vez alguien me llamó Tartarín de Tarascón.

Me acuerdo de un mar embravecido embistiendo unas rocas.

Me acuerdo que mojaba la cama mucho tiempo después de lo normal y que mi abuela quiso ponerme un sensor de humedad con una campana.

Me acuerdo de cosas que preferiría olvidar.

3 de noviembre de 2012

Noches de desvelo



Qué cansadas y qué largas son esas noches de desvelo y confusión sentimental en las que, en lugar de dormir, uno se pone a recordar y a imaginar que nos va a pasar lo peor aunque eso nunca llegue.

14 de octubre de 2012

Las cosas como (no) son



No siempre tenemos el valor —o el descaro— de contar las cosas tal y como fueron. Y esto, porque no existe una memoria objetiva, clara, imparcial. Toda memoria es inventada, una particular muestra de nuestra introspección llena de distorsiones y parcialidad. Tanta, que incluso no nos importa el daño que podamos hacer a los demás con nuestras revelaciones.

5 de agosto de 2012

Balance



Es mucho más lo que he olvidado que lo que logro recordar.

23 de julio de 2012

Cualquiera que haya perdido a un ser querido sabe que a partir de ese momento cambia totalmente nuestra manera de entender la vida. Y esto sucede porque cuando muere alguien que amamos, desaparece para siempre una parte importante de nosotros.

22 de junio de 2012

Frases robadas

 

Por la calle oigo a veces fragmentos de conversaciones. Son retazos de diálogos y frases que la gente deja en el aire; palabras sueltas de los demás que escucho por casualidad y que guardo en la memoria como algo muy especial que me hace pensar e imaginar historias. Aquí algunos ejemplos:

[¿En qué momento empezó a cargarnos la chingada? —La verdad, no lo sé, y tampoco me importa]
[¿Es tu prima? —Pues, más o menos]
[Créeme, no llego tarde por gusto]
[Este fenómeno maravilloso de la muerte, irrepetible, además…]
[Te faltó decirles que tienes un marido bien cabrón]
[Y si no quieres sufrir tanto, ¿por qué no te vas acostumbrando a tolerar todas esas cosas que no te gustan?]
[Yo no soy pesimista, lo que estoy es amargado]

 [Perdona que te lo diga hasta ahora, pero es que me acaba de caer el veinte]

[Nada he hecho de utilidad, ni pienso hacerlo] 

[Cada día desconfío más de la gente alivianada… ya no creo en ella; tampoco creo en la falsa gentileza mexicana… Muchos mexicanos estamos hartos de vivir en este país. Pero, ¿a dónde nos vamos?]
[La verdad, ya me cansé de ser siempre el mismo]
[Y por eso pienso así, porque hace mucho que no soy yo]

[No me acuerdo de mi padre; mi madre no volvió a verlo después de que la embarazó de mí]

[Todo es nada]

5 de junio de 2012

Experiencia y memoria


Nunca he sentido nostalgia por el pasado; añoro, eso sí, las emociones pasadas. No es el aspecto físico o material de los recuerdos lo que extraño, ni determinados momentos o situaciones, sino la sensación y experiencia que originalmente me causaron.

24 de mayo de 2012

La influencia de mi madre



A la influencia de mi madre debo, sin duda, mi disposición a la acción. Es algo que me aleja siempre del reposo y la contemplación.

19 de abril de 2012

Me acuerdo... IV



Me acuerdo que por dedicarme a la pintura perdí la oportunidad de tener un trabajo normal.

Me acuerdo de haber sentido vergüenza e incomprensión a la vez.

Me acuerdo —en una mezcla de pesadilla y fascinación— de una tormenta en la que estuve a punto de naufragar en un pequeño barco. Fue en las caribeñas aguas de la Bahía de Amatique.

Me acuerdo de haber tenido una disparatada esperanza.

Me acuerdo de haber sido un estudiante irregular, capaz de lo mejor y lo peor.

Me acuerdo de los insultos y regaños de mi maestra Valentina.

Me acuerdo del terremoto de 1957 en la Ciudad de México, cuando “El angelito” de la independencia se cayó.

Me acuerdo de vagar por una calle oscura, fantasmagórica.

Me acuerdo de haber oído correr unos ratones debajo de mi cama.

Me acuerdo que el amor por mi madre me llevó a rezar por ella.

17 de marzo de 2012

Despistado

 Siempre he sido un despistado, o quizá, no lo sé, un desmemoriado. Y si no, vean lo que escribí hace más de treinta años en un cuaderno de viaje: “Tomando un café en el aeropuerto mientras espero el avión a Managua, saludo a un hombre que no logro recordar de donde le conozco. Al poco rato, me doy cuenta que era el mesero que me estaba sirviendo.” 
San Pedro Sula, Honduras, enero de 1979

13 de febrero de 2012

Huellas de identidad

 

Algunas cosas (imágenes, textos, música, ideas) son vestigios de lo que se ha ido; nos muestran lo que fuimos, lo que hicimos. Las conservamos para no olvidar y nos refugiamos en ellas porque nos ayudan a comprender, así como a reconstruír e interpretar nuestra experiencia. Gracias a ellas entendemos nuestro paso por el mundo, y por eso, cuidarlas y evitar que desaparezcan es importante para preservar nuestra identidad.

15 de enero de 2012

Desmemoriado

 

Hasta qué punto puedo seguir llamándole memoria a esta débil y discretísima percepción de huellas, imágenes, nostalgias y sensaciones que yo tengo. Tengo una pésima memoria, y —aunque poseo cierto dominio del lenguaje, y con ello posibilidades de elaborar relatos— me cuesta demasiado registrar mi pasado. Soy, lo reconozco, un desmemoriado incapaz de repasar mis experiencias, y por lo tanto, de comprender mejor mi propia historia.

6 de enero de 2012

En blanco



 Olvidar es quedar con nuestra memoria en blanco, y por eso —de lo olvidado— no sé que decir.