Por la calle oigo a veces fragmentos de conversaciones. Son retazos de diálogos y frases que la gente deja en el aire; palabras sueltas de los demás que escucho por casualidad y que guardo en la memoria como algo muy especial que me hace pensar e imaginar historias. Aquí algunos ejemplos:
[¿En qué momento empezó a cargarnos la chingada? —La
verdad, no lo sé, y tampoco me importa]
[¿Es tu prima? —Pues, más o menos]
[Créeme, no llego tarde por gusto]
[Este fenómeno maravilloso de la muerte, irrepetible,
además…]
[Te faltó decirles que tienes un marido bien cabrón]
[Y si no
quieres sufrir tanto, ¿por qué no te vas acostumbrando a tolerar todas esas cosas
que no te gustan?]
[Yo no soy pesimista, lo que estoy es
amargado]
[Perdona que te lo diga hasta ahora, pero es que me acaba de caer el veinte]
[Perdona que te lo diga hasta ahora, pero es que me acaba de caer el veinte]
[Nada he hecho de utilidad, ni pienso hacerlo]
[Cada día desconfío más de la gente alivianada… ya no creo en ella; tampoco creo en la falsa gentileza mexicana… Muchos mexicanos estamos hartos de vivir en este país. Pero, ¿a dónde nos vamos?]
[Cada día desconfío más de la gente alivianada… ya no creo en ella; tampoco creo en la falsa gentileza mexicana… Muchos mexicanos estamos hartos de vivir en este país. Pero, ¿a dónde nos vamos?]
[La verdad, ya me cansé de ser siempre el mismo]
[Y por eso pienso así, porque hace mucho
que no soy yo]
[No me acuerdo de mi padre; mi madre no volvió a verlo
después de que la embarazó de mí]
[Todo es nada]
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