Mi profesor de dibujo tenía por costumbre quedarse dormido en plena clase mientras copiábamos perezosamente unos absurdos objetos que él colocaba sobre una mesa. Sin embargo, recuerdo que entrábamos en un estado colectivo de sosiego, contemplación y felicidad.
Quizás no le gustaba dar esas clases, a veces, enseñar es un aburrimiento, aprender un placer.
ResponderEliminarBesos Jordi.
Me alegra encontrarme a personas que tienen lápices y pinceles como utensilios comunes.
ResponderEliminarTiene un blog muy interesante.
Le invito a visitar el mío (capuchinodesiloblogspot.com) que es muy humildito.
¡Felicidades!