18 de octubre de 2009

Me acuerdo...



El pintor norteamericano Joe Brainard encontró una fórmula maravillosa para escarbar en la memoria. Con frases sencillas y espontáneas escribió un libro titulado Me acuerdo, que rompe con la idea convencional de unas memorias. Sin un orden cronológico ni temático, Brainard expresó pensamientos que comienzan siempre por Me acuerdo… y terminan con algún recuerdo personal. Esta idea ha tenido muchos seguidores en el mundo, entre ellos Georges Perec, que define los Me acuerdo… como “pequeños pedazos de cotidianidad que fueron vividos, compartidos y luego olvidados. Sin embargo, de repente regresan (…) Son algo totalmente banal, que por un milagro es arrancado a su insignificancia y reencontrado por un instante, provocando segundos de una impalpable y pequeña nostalgia". Me lanzo, pues, a imitar el modelo, y a compartir aquí —de vez en cuando— mis propios Me acuerdo…

Me acuerdo de cocinar una paella.

Me acuerdo de darle de comer a unas gaviotas en pleno vuelo. Fue una mañana, en California.

Me acuerdo de mudarme muchas veces.

Me acuerdo de galopar a caballo por una verde pradera, y de saltar unos gruesos troncos.


Me acuerdo de haber colgado un balón por toda la escuadra.

Me acuerdo que el 11.27.93 era el número de teléfono de mis abuelos.

Me acuerdo de jugar a no tocar el piso y recorrer colgado de paredes y balcones una larga calle.

Me acuerdo de romper una piñata en una fiesta.

Me acuerdo de una enorme ola que me arrastró por la arena de la playa La Condesa, en Acapulco.

Me acuerdo de querer vivir en otra parte.

Me acuerdo de una niña rubia en Guatemala.

Me acuerdo de pensar en ser famoso.

Me acuerdo de unos pantalones viejos de cuero, y de una chamarra blanca con insignias.

Me acuerdo de caminar por una cornisa a cuatro pisos de altura.

Me acuerdo de tirarnos piedras con mi hermano.

Me acuerdo que una noche pase un frío terrible en la cueva de una montaña.

Me acuerdo de ponerme un uniforme.

Me acuerdo de perseguir un sueño, y de un fuerte dolor de piernas, y de muelas.

Me acuerdo de bailar en una plaza con mi nuera.

Me acuerdo de querer tener cosas que ahora tengo.

Me acuerdo de tocar un enorme tambor en un desfile.

Me acuerdo de un gran laurel de la India.

Me acuerdo de mi madre con gabardina y un sombrero de fieltro Stetson.

Me acuerdo de un flan con nata que comí en Castelldefels, en “Los Dos caballeros”, y que me hizo llorar de emoción.

Me acuerdo de una golpiza en la que casi me matan.

Me acuerdo del olor del perfume de mi abuela.

Me acuerdo toreando a mi perra “Cachi”.

Me acuerdo de haber soñado volar a ras del suelo.

Me acuerdo de una aterrorizante granizada cerca de Verona.

Me acuerdo de querer acordarme.

Me acuerdo mucho de Julian, de su sonrisa.

Me acuerdo de ir a comprar pan en bicicleta.

Me acuerdo de haber visto a Jim Hines rompiendo el record de los 100 metros planos en la Olimpiada de México 68.

Me acuerdo de un frío y caudaloso río en “Las estácas”.

Me acuerdo de haber escrito una canción.

Me acuerdo de caerme de un tranvía.

12 de octubre de 2009

Fotos y objetos

El interés que algunas cosas despiertan en nosotros es quizá porque nos ayudan a reconstruir una especie de memoria abstracta, erosionada por el tiempo. Ciertos objetos, como las fotografías, le dan forma a nuestro pasado, a nuestra memoria.

En la fotografía, mis hijos Julian y Andoni, Ciudad de México, otoño de 1979.

6 de octubre de 2009

Cosas que son memoria



La memoria no es solamente un conjunto de recuerdos, es también reflexión, fantasía, punto de vista, esperanza, miedo, intuición, confidencia, estado de ánimo, incertidumbre, emoción…